Durante una clase de yoga, Stela Niznik y sus colegas yoguis fueron alentados a establecer una intención para el día. La clase a menudo se dedica a esta práctica, pero ese día, Stela eligió hacer algo amable por alguien. Poco sabía que la oportunidad se presentaría a pocos minutos de su casa.
Mientras la dueña del restaurante Chicken and the Egg se dirigía al trabajo, notó un coche estacionado en medio de la carretera. Un hombre, una niña y una mujer mayor estaban todos afuera, pero fue otra mujer la que captó su atención.
«La mujer estaba embarazada y llevaba un vestido», relata Stela, «y pude ver sangre en sus piernas.»
Sin dudarlo, se detuvo y llamó al 911. Una ambulancia estaba en camino, pero mientras tanto, el operador le pidió a Stela que mantuviera un ojo en la mujer para evaluar su condición.
ese momento, Stela ya podía ver la cabeza del bebé.
«La mujer en el teléfono me pidió que respirara profundamente y que me mantuviera tranquila, porque tenías que dar a luz ahora: ‘tenías que dar a luz ahora, no hay tiempo para esperar la ambulancia'», recuerda Stela.
Afortunadamente, Stela no tuvo que dar a luz sola por primera vez. El operador del 911 permaneció en línea para darle instrucciones, incluida la solicitud de que la mujer embarazada se recostara en su esterilla de yoga.
«Empujé con una mano y con la otra empecé a golpearle las piernas, gritándole como una loca: ‘¡Vamos mamá! Lo lograrás. Sigue empujando, ¡empuja!'», cuenta Stela. «Y al final, la niña aterrizó perfectamente entre mis manos.»
