Los niños con síndrome de Down a menudo son descritos como «radiantes». Después de todo, estos pequeños se distinguen por cualidades como amabilidad, sensibilidad única, alegría y altruismo.
Naturalmente, muchos padres que descubren esta condición en sus futuros hijos experimentan un verdadero estrés. Necesitan tiempo para aceptar la situación tal como es.
Así fue como Julie McConnell, de 45 años, se enteró de que sus dos futuros gemelos tendrían una condición genética. Su primer pensamiento fue dar a los niños en adopción. Sin embargo, encontró la fuerza para enfrentar esta difícil situación. Y para el futuro, podemos decir con certeza que la madre no se arrepiente.
Julie y su esposo Dan planearon conscientemente el embarazo y conocían los posibles riesgos. Antes de considerar un embarazo, fueron advertidos sobre los posibles riesgos de patologías relacionadas con la edad de los padres.
La pareja admite que el día en que se hizo el diagnóstico a los futuros pequeños fue el peor día de sus vidas y los meses subsiguientes de espera hasta su nacimiento fueron terriblemente dolorosos.
Inicialmente, Julie y Dan ni siquiera podían imaginar cómo criarían a niños con necesidades especiales. Pero después de hablar con parejas que ya habían tenido experiencias similares y de obtener información, les resultó más fácil aceptar la situación.
Cuando la mujer vio a sus gemelos (Charlie y Milo) por primera vez, experimentó una felicidad inimaginable y se dio cuenta del error que habría sido renunciar. «Mi corazón solo quiere mirarlos», confiesa Julie.
Todos saben que el riesgo de tener hijos con necesidades especiales depende de la edad de la futura madre. Por lo tanto, la probabilidad de que una mujer de 25 años tenga hijos con síndrome de Down es de 1 entre 1400, pero después de los 40 años es de aproximadamente 1 entre 60. Sin embargo, la probabilidad de tener gemelos con una discapacidad genética similar es de aproximadamente 14 entre 1,000,000.
Aunque intentan pasar más tiempo con los pequeños, la familia McConnell está muy preocupada por su futuro: cómo serán tratados por los demás, si los tratarán mal o se burlarán de ellos, y cómo será su futuro. Pero la familia McConnell es feliz de todas formas y disfruta cada día que viven.
